03 marzo 2013

¿Cómo es que fue creciendo el Trastorno de Personalidad en mi madre?

                                                               

Es necesario enfatizar que el afán de investigar, sobre éste y otros temas afines, nace de la necesidad apremiante de saber como es que mi madre adquiere este Trastorno de Personalidad, el cual ha provocado un daño profundo y permanente, a quien se supone debía proteger por sobre todas las cosas: Sus hijas e hijos.

El enfoque será hacia la madre, por ser ese mi caso, pero se puede aplicar al padre, hermana,o, tía,o, jefe, o cualquiera que te esté fastidiando la vida.
Por la importancia y seriedad que tiene el tema, insisto en recordarte que carezco de las atribuciones competentes para brindar una asistencia apropiada, te recomiendo que para una ayuda especializada, acudas a consulta con un profesional.
No obstante, el interés de este blog, es que sean respondidas algunas de tus interrogantes y que al entrar, a este tu espacio, encuentres un ambiente cálido, lleno de amor y una mano amiga.
Incluiremos artículos de Psicólogos, Psiquiatras, sacerdotes y estudiosos del tema, así como testimonios, reflexiones, pensamientos, etc. encausados a levantar la autoestima, así como un glosario de términos. Mas adelante se irán incorporando mas temas.
De todo corazón te digo, que espero te sea de mucha utilidad. 
Gracias por estar aquí. 
Es extenso, pero por favor léelo todo, te servirá como guía para tu propio caso.







                                                     



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                                                 1a. Parte
                                                                
                                                                     
En la larga etapa de embarazos que tuvo mi madre y luego tantos años que pasó cuidándonos de bebés y luego de niños, es justo reconocer y agradecer eternamente el gran esfuerzo que hizo para dar lo mejor de ella. Acostumbrada a su independencia económica, a fungir como la jefa de familia,  acostumbrada a ser admirada, envidiada; convertirse en ama de casa y luego madre, con todo lo que conlleva y conllevaba mucho, como no, si fuimos muchos chamacos y todo lo que en su momento relaté; realmente es de admirar,  por haber sido una madre y esposa, amorosa, diligente, dedicada, cariñosa, ademas de habernos inculcado, junto con mi padre, grandes valores que hasta la fecha conservamos. 
Mi gratitud de por vida para mi madre, por todo lo bueno y bello que de ella recibí, lástima que ese mentado T. de la P.  se fuera evidenciando cada vez mas al pasar de los años.

¿Cómo veía a mi madre cuando era niña?

Para mi era la mejor mamá del mundo, la recuerdo de carácter fuerte, segura, poderosa, sociable, extrovertida, inquieta, activa, con mucha energía; todo lo que hacía le salía bien y rápido, siempre como hormiguita: Nos cuidaba en las enfermedades, nos asistía en todo lo que necesitáramos, nos vestía y arreglaba a su gusto, nos dejaba como muñequitas(os), como mencioné anteriormente, cuando las amistades y los familiares nos veían así de arregladitas, nos echaban flores y mi madre de inmediato relataba la manera y el tiempo record en que lo había hecho, entonces nos despojaban de las flores y se las entregaban a mamá...nosotras desaparecíamos, para quedar ella como el centro de atención. 
Durante nuestra infancia, el lado luminoso, bueno, positivo o como se le quiera llamar, era el que predominaba en mi madre, tal vez porque aún nos podía manejar a su antojo. Sí nos regañaba mucho, se desesperaba, nos exigía...pero hasta cierto punto se podría considerar como normal, no fue nada fácil cuidarnos, sin embargo ya entonces, tendría algunas actitudes fuera de lugar, señales...de lo  que, mas tarde se iría transformando. Por ejemplo su excesivo afán por querer tenerlo todo limpio, ordenado, exactamente como ella lo quería; se convertiría casi siempre, en desacuerdos y regaños. Recuerdo que desde niños, la sala de la casa siempre estuvo prohibida la entrada para nosotros, ay de aquél que ensuciara o cambiara algo de lugar,porque mi madre no solo se enojaba, se ponía iracunda; esa prohibición no solo se llevó a cabo en nuestra infancia, también en la juventud, aún cuando ya estábamos adultos, después sucedió lo mismo con nuestros hijos. Cuando teníamos que ir de visita a algún sitio, mi madre se afanaba en nuestro arreglo, cuando estábamos listos y aún no era la hora de partir, debíamos quedarnos sentaditos y quietecitos, casi sin hablar ni respirar, para que no se nos moviera ni un solo cabello y entonces poder presumirnos, con la finalidad de recibir loas de admiración.
No contaré muchas otras situaciones exageradas, injustas, fuera de lugar que tuvimos algunos con ella, por tratarse de acciones humillantes y que nos marcaron de por vida. Los exabruptos de mi madre, muchas veces rayaban en lo absurdo e iban acompañados de palabras hirientes que provocaron que nos fuéramos sintiendo unos niños opacados, tímidos, inseguros, desvalidos. Debo mencionar que las humillaciones y las palabras que utilizaba mi madre para hacernos sentir mal, hasta cierto punto se puede decir que fueron muy sutiles, es decir, ella no era de hablar con palabras altisonantes, nunca ha sido esa su costumbre, al contrario, muy propia, "muy educada", pero muy hiriente.
En la época de nuestra infancia, no se veía tan mal que los padres nos educaran a base de nalgadas, en casa así se estilaba y uno que otro golpe con cinturón u otro objeto, yo fui la que recibí mas regaños y palizas por haber cometido el pecado de haber sido una niña inquieta y muy traviesa. Crecimos con mucha represión, con una educación muy estricta. Haciendo remembranzas me doy cuenta que desde pequeños nos sentíamos tontos, inútiles, creyendo que no podríamos hacerla en la vida y como en efecto varias de mis amigas platicaban cosas similares, siempre creí que era normal lo que nosotros vivíamos, pero solo ahora es que me doy cuenta, que ya entonces, lo que ocurría en casa, se salía de lo normal. No lo recuerdo bien, pero creo que casi para llegar a los 30  años fue,cuando me percaté que yo había sido una niña golpeada; quise seguir el mismo patrón con mis hijos pero gracias a Dios, tomé conciencia a tiempo y  desterré esa práctica para siempre.
Mi madre siempre tenía un doble discurso, por un lado nos daba buenos consejos para ayudarnos a salir adelante, tanto morales como de tipo religioso, por otro lado su mensaje era: Ni se les ocurra igualarme y menos superarme, ¡Que nos se les olvide nunca, que yo soy y seré siempre la número uno!
Con el tiempo, su lado obscuro iría en aumento, sus amistades, sus actividades, sus hazañas y ella misma, siempre estuvieron por encima de nosotras, estaba prohibido que la interrumpiéramos cuando se encontraba ocupada platicando con alguna de sus amigas y cuando obteníamos el permiso de acercarnos a saludar, las instrucciones previas de mi madre eran categóricas:  Hacerlo con toda propiedad y que no se nos ocurriera hacer o decir alguna tontería, inmediatamente después, retirarnos; definitivamente las amistades de mi madre y sus actividades siempre fueron mas importantes que nosotras sus hijas(os). 
Mi madre nunca nos dio chanse de equivocarnos, por lo tanto  de aprender. No lo toleraba, decía que sí ella todo lo hacía bien, así tendríamos que hacerlo nosotras.
El simple hecho de tender una cama, se convertía en algo molesto, mi madre siempre lo complicaba, nos hacía a un lado con malos modos: ¡Ni una cama sabes tender niña, hazte a un lado, mira, así se hace...así que crecimos con el temor permanente a equivocarnos, entonces mejor ni lo intentábamos, nos empezamos a aislar de los demás.  Aún así, los sueños, la alegría, la ingenuidad propias de la infancia, era lo que nos protegía de aquélla situación y a pesar de ello, éramos mas o menos felices.
Solo que con tristeza debo decir que mi madre ya había sembrado, con toda seguridad, la semilla de "tu no vales nada", pero nosotras aún no nos percatábamos que la actitud de mi madre pudiera tener algo de reprochable; ¡cómo podríamos pensarlo! si todas las personas le aplaudían, ensalzaban, adulaban, admiraban, etc. la tenían como ejemplo, como un modelo de mujer, esposa y madre.Un alto porcentaje de nuestra inmadurez, indiscutiblemente se debió al T.de P. de mamá, fuimos afectadas desde niñas, no teníamos el criterio para habernos dado cuenta que mi madre nos estaba poniendo el pie encima, por lo tanto fuimos víctimas de ella.
Por otro lado la errónea educación religiosa que recibimos también generó miedos: Si no te portas bien te castiga Dios, jamás debes contradecir a tus padres, debes ser siempre sumiso y no protestar, Dios está en todas partes, te vigila, etc.
                                       
                                             


                                                                                                                                    
 La relación con mi madre se complicó aún mas cuando crecimos, sobre todo para nosotras las mujeres -como ya lo mencioné en la historia-  los altercados con mis padres aumentaron, entre los celos de mi padre y el T.de P. de mi madre...
Debo decir con justicia que en la etapa de celos de mi padre, aparte de correr a los novios, y de no gustarle que asistiéramos a las fiestas, mi madre sacaba la cara por nosotras, era la intermediaria para conseguir los permisos y por otra parte, ahora trato de comprender a mis padres en algunas situaciones donde era normal que se enojaran, o que nos exigieran, etc. ademas de que nosotras (os), no éramos una blancas palomitas. Mi madre todavía tenía mas lapsos luminosos, hacía empatía con nosotras, teníamos algunas pláticas agradables con ella, pero a la par irían in crescendo los pleitos, sobre todo conmigo, por haber sido la mas rebelde. Discusiones constantes por no ponernos de acuerdo en casi nada. Éramos tan parecidas y a la vez tan diferentes...
Trataré de explicarte como me sentía al respecto y como me afectó: Me provocaba confusión parecerme a ella, tanto en lo físico, como en la manera de ser y todos me lo decían, por un lado me gustaba porque creía que yo también llegaría a ser como ella, incluso me sentía obligada a ser un símil de mamá, sin embargo a la vez rechazaba la idea, pues en el fondo no quería ser como ella. Efectivamente mi esencia era el de una joven alegre, inquieta, extrovertida, aventurera, arriesgada,etc, pero sin darme cuenta en ese momento, ya mi madre se había encargado de que me sintiera menos para no igualarla y menos sobrepasarla. Tremenda confusión, deseaba rescatar mi verdadero yo, pero la orden recibida en mi subconsciente, me obligaba a creer que debía parecerme a mi madre.
En la etapa que dejé los estudios para meterme a trabajar, mi arreglo personal a veces era excesivo , quería ser guapa como ella, tener presencia y personalidad, pues mi madre se vestía impecable, muy elegante y por ese motivo también la admiraban, pero me dí cuenta, según yo,(con mi baja autoestima), que jamas le llegaría ni a los talones y entonces decidí irme al otro extremo, adopté la personalidad de una chava rebelde al estilo Hippie, vestimenta de mezclilla deshilachaza, huarache, peinados estrafalarios..a mi madre le daba el soponcio y mas cuando a propósito me hacia presente cuando sabía que estaba con alguna de sus elegantes amistades, la verdad es que lo disfrutaba, sabía que eso la sacaba de quicio, su mirada era fulminante, pero mi rebeldía mas. Aún así, con todo y mi manera de ser y esa lucha interna por alejarme de ella, no lo lograría del todo, tal parecía que a mis hermanas(os) y a mi, nos tenía hipnotizados, con su mirada nos controlaba. entonces me dí cuenta que había algo que yo tenía y ella no me lo podía quitar, mi belleza física, no quiero parecer chocante y no pienses que fui una hermosura sin igual, todas éramos muy bonitas, pero mi terquedad y el mentado parecido a mi madre, fue lo que me impulsó a tomar ese camino, a manera de desquite, aproveché esa cualidad física para atraer a los hombres y me convertí en una jovencita coqueta con ansias de ser amada, admirada, envidiada, de ser el centro de atención y sí lo logré:  
Tuve novios de a montón, mil pretendientes, logré ser el centro de atención como lo deseaba: Fiestas, amistades, parrandas, mentiras para poder llevar esa vida, mas pleitos con mis padres... por eso huí de casa me sentía encarcelada y ademas quería ser libre para hacer lo que se me diera la gana, pero ¿Qué crees? Lo único que logré a final de cuentas fue crear una gran vacío en mi corazón, mas adelante te platicaré como me fue cuando me di cuenta de que mi vida era un caos. Debo dar gracias a Dios que a pesar de haber estado expuesta a varios peligros, no me pasó nada de consideración. Conviví con drogadictos, probé la droga, pero afortunadamente no permití que se convirtiera en un problema, la deje muy a tiempo. Mis problemas aumentaban, mis amistades eran personas igual de confundidas que yo y algunas personas con las que me juntaba, eran  no muy recomendables, por eso me casé con un hombre igual de confundido e inmaduro que yo. Salí viva  y eso lo agradezco, a base de porrazos fui entendiendo muchas cosas. De todas formas, ya entonces, no me sentía bien conmigo misma y siempre andaba buscando y buscando, pidiendo ayuda, pues me sentía mala, culpable, en el fondo esa clase de vida nunca me gustó, decidí entonces no seguir los pasos de mi madre, pero tampoco los que yo llevaba recorridos, me empecé a alejar de esa vida disipada, la necesidad de fortalecer mi vida espiritual, cada vez era mas fuerte, realmente siempre la había tenido, incluso desde antes ya había dado pasos para encontrar mi camino, de dejar esa etapa fea de mi vida, pero volvía a caer, así poco a poco me fui fortaleciendo espiritualmente para luchar, seguir caminando, pero ahora por otra vereda y lograr ser una mejor mujer y madre. Ésta era la parte que verdaderamente mi madre no podía quitarme y la única que valía la pena, "mi yo interior", mi corazón. La belleza física no me la pudo robar mi madre, pero sí el tiempo, en cambio mi verdadero tesoro es lo que guardo dentro de mi corazón y ahí, solo Dios....
Estuve a tantito de permitir que la vanidad y la soberbia se instalaran en mi, que ese T. de la P. me envolviera, pero afortunadamente, no me dejé envolver, por eso no me sentía bien conmigo misma.
Toqué fondo y logré salir del fondo del hoyo; continúo ascendiendo para lograr emerger por completo a la superficie. 
                                 
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 Permíteme regresar un poco, cuando éramos niños: 
                          Desde que éramos niños, casi pubertos, ya habíamos escuchado una y otra vez la historia de la infancia de mamá, a nosotros nos gustaba escucharla, era como un cuento, - lo recordarás, porque lo mencioné en la historia- después nos platicaba lo del negocio y de cuando ella se vino a trabajar a la capital, de cuando todos la admiraban, de como todo le salía a la perfección...una y otra vez...

No solo a nosotros, también a las amigas, vecinas, al plomero y a quien se dejara, así se siguió por siempre, en nuestra juventud seguíamos escuchando la misma historia, pero iría aumentando, a la par que sus posteriores hazañas de todas las actividades en las que se iría involucrando y que ya mencioné anteriormente. Con la diferencia que la escuchábamos mas, por evitar un enojo que por voluntad propia, ya que mi madre se salía de sus casillas si no la escuchábamos con atención. A la fecha  no se le ha quitado esa costumbre, sigue presumiendo sus hazañas con cuanta persona se tope, tanto llegó su trastorno que tiene varios escritos, que incluso llevó a empastar y regalar a manera de libros, con todas sus hazañas plasmadas ahí, una gran y enferma necesidad de convencer a todos de esa historia por ella inventada. Leí en un artículo sobre el T. de P. que mientras existan "parásitos aduladores" a su alrededor, la soberbia seguirá con vida.

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En la crónica toqué un tema importante, del cual quiero hacer mención por parecerme importante. ¿Recuerdas cuando narré que mis hermanas y yo quisimos acercarnos a mi madre y que ella nos puso una barrera? (te pido de favor que leas esa parte para estar en el mismo contexto, se encuentra en la historia, 2o. párrafo de la 3a. parte). Pues este hecho propició una unión mas fortalecida entre mis hermanas y yo, que en algunos casos fue para bien y otros para mal.
pláticas interminables, apoyo incondicional, reuniones, risas...pero en gran medida, nuestra unión se debía a miedos, culpas y confusiones. Sabíamos que siempre podíamos contar con el apoyo, la ayuda y el amor incondicional de todas,(Así lo creíamos), pero por otro lado nos estábamos autobloqueando entre todas. Nuestra alianza continuaría después de casadas, ya siendo madres, sin embargo ya se estaba gestando el plan de la ruptura. Pudo mas el miedo y la cobardía y entonces la pregunta fue: ¿Acaso el amor no era tan fuerte como se suponía? La manera en que se había estado forjando la relación de hermanas, no había sido del todo sana, pues me di cuenta que mas bien era una estrategia para protegernos de los embates de mi madre. ¿Te das cuenta a qué punto puede llegar el ser humano por miedo y cobardía?  Sí, la cobardía puede llegar a provocar que una persona, que no es mala, tenga acciones y actitudes nefastas, deshonestas, equivocadas. Por eso cuando se habla de alguien que te ha dañado y te dicen: "Pero no es mala, entiéndela", créeme, que no es ningún consuelo pues de que me sirve que no sea mala, cuando ya me hizo tanto daño.
Pero déjame agregar un poco mas a este asunto de la alianza entre hermanas, ya te platiqué como es que nos queríamos mucho, reíamos, llorábamos, en cuanto alguna de nosotras teníamos algún percance, de salud, dinero o cualquier índole, sabíamos de antemano que podíamos contar entre nosotras.
Aún ya casadas y con hijos, a pesar del distanciamiento por las diferentes actividades de cada una, procurábamos hacernos un espacio para reunirnos, pero debo mencionar que al principio no nos atrevíamos a reunirnos solas, siempre teníamos que invitar a mi madre y por supuesto ella terminaba siendo la protagonista, yo sabía en el fondo que deseábamos estar solas, pero no nos atrevíamos, hasta que un día logramos reunirnos solas y fue la gran diferencia, aún así una o dos hermanas seguían diciendo: Pero como no la vamos a invitar y si se entera? No tengo claro como le hacía, pero mi madre terminaba enterándose.
Las reuniones, ya solas, eran interminables, nos juntábamos a desayunar y nos llegaba la hora de la comida y ya nos despedíamos tarde, siempre nos despedíamos con un buen sabor de boca, contentas. Como las reuniones no eran constantes, cuando teníamos la oportunidad, lo disfrutábamos al máximo.
Mamá, siempre nos echaría en cara aquéllas reuniones, donde ella no había sido invitada.                                                                            
Mientras mi madre seguía "creciendo", vanagloriándose, queriendo abarcarlo todo, nosotras éramos mas inseguras, siempre preguntándonos que ocurría, era como si mamá nos hubiera despojado de la voluntad. Resultaba insoportable ya escucharla que gracias a ella todo salía bien tanto en casa como en todas sus actividades donde andaba metida y no se cansaba de compararnos con las hijas de sus amigas o con algunas primas.
                                                                      
                                     3a. Parte
                                    
Ya con nuestros hijos, íbamos a visitar a nuestra madre, en algún evento especial o un domingo, etc.
En algunas ocasiones mi madre nos acaparaba y exigía atención permanente hacia su persona, si por alguna causa nuestros hijos se acercaban a preguntarnos algo y nosotras osábamos voltear para atender a su llamado, era motivo de enojo, hacía berrinche y decía que sí no le poníamos atención, mejor se callaba, así nos chantajeaba, teníamos que explicarle que nuestros hijos pequeños necesitaban de nuestra atención, que solo era cuestión de interrumpir un momento, atenderlos y después ella podría continuar, pero no lo entendía, siempre se disgustaba, por eso  optábamos por regañar a nuestros hijos cuando se acercaban.
Así fue durante tantos años, pensando, decidiendo, actuando y casi todo, en función de ella.
En las pláticas entre hermanas, llegamos a enterarnos (ya casadas y con hijos) , que al ir a la tienda a comprar ropa, algunas de nosotras en automático pensábamos si ese vestido sería del agrado de mamá , por supuesto así era con otros asuntos.
 En el fondo nunca me agradó la dinámica familiar, por eso huí de casa y por eso mas tarde me alejaba cada vez que tenía oportunidad, por que los problemas con mi madre crecían, siempre discutíamos, porque yo no estaba de acuerdo con su manera de decir las cosas, a veces les decía a mis hermanas que debíamos ponerle límites a mamá, que ya estábamos grandes con hijos y no era sano que ella siempre tratara de chantajearnos, manipularnos; pero no me escuchaban, me decían que yo siempre tenía que salir con mi mal comportamiento y por no perder la relación que tenía con mis hermanas, que ya había recuperado, ahí le paraba e incluso una vez mas caía en la creencia de que en verdad yo era mala. He ahí la parte nefasta de nuestra unión, pues por falsa lealtad, no me atrevía a ejecutar lo que realmente en el fondo sí deseaba hacer, que era desligarme emocionalmente de mi madre, ponerle un alto, ser firme y no permitir que me siguiera poniendo el pie encima.
Desafortunadamente esta falta de firmeza me llevó a caer en una depresión, todavía no tenía claro que ocurría en mi vida, ni con la de mis hermanas, sabía que algo grueso pasaba, pero lo anterior, mas las malas enseñanzas de la religión, mas la astucia de mi madre, mas mi baja autoestima, me llevaron primero a creer que alguien nos estaba embrujando y me di a la tarea de buscarle por ahí, pero pronto descarté esa idea por no formar parte de mis creencias, por lo que me di a la tarea de buscar ayuda, pero no la encontré, mi vida cada vez estaba mas desquiciada, tuve pensamientos suicidas, fuertes crisis.
Después pasó lo de mi padre,  que para mi (estoy segura que también para todos los hermanos), es un tema que duele hasta el fondo del alma. Transcurrieron varios años y ninguno hablábamos del asunto. Un día estando con mi madre me preguntó que si yo también pensaba que ella era culpable del lamentable hecho con papá y en vez de haber hablado con la verdad, hice lo que todos hicimos por tantos años, cubrir sus faltas y hacernos responsables de sus actos, le dije que no, que en ese caso, todos tendríamos la misma culpa. Sé que estuvo mal, pues por eso mi madre ha vivido siempre creyendo que es casi una santa. Lo platico para que te des cuenta hasta donde podemos llegar por el miedo a contradecir a una persona con ese trastorno.
Hasta que un día, con una de mis hermanas, empezamos a platicar sobre ese tema tan escabroso, tan triste y tan lastimoso y así iniciamos un proceso de investigación y sanación.

Por supuesto que muchos puntos, sucesos, asuntos han quedado fuera, no terminaría nunca, ademas de que hasta pena me da contarlos. Lo que sí puedo decir es que me sentí bien de tomar la decisión de apoyar a mi hermana y sus hijos, cuando mi madre las corrió y por eso ella y yo elegimos distanciarnos de esa dinámica familiar tan enferma. Mi madre, con sus mentiras, sus chismes, su locura, ha logrado en la actualidad, que las hermanas estemos separadas, pues la mayoría le creyó y juzgaron a mi hermana, me queda claro que a mi madre nuca le agradó la alianza entre las hermanas, su incomodidad  al vernos unidas y contentas era evidente, por eso me atrevo a afirmar que logró lo que tanto deseaba...desunirnos.


No soy especialista en el tema, solo hablo de lo que creo por propia experiencia, pero yo lo veo así:
Mi madre no se propuso conscientemente ponernos el pie encima, no creo que haya dicho: Haré todo lo posible para que mis hijas pierdan su autoestima, para que nunca lleguen a hacer nada en la vida, para que sufran...ella quería lo contrario. Pero su T. de P. con esa desmedida y enferma ansia de ser la número uno, la mejor; provocaba que ella actuara en la manera que lo hizo y lo sigue haciendo.






                                                           

         
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